Quería el saxofón pero le tocó el tambor

Era sábado, el segundo día de la edición XXXIII del Festival de Tambores en San Basilio de Palenque. En medio de un ambiente de tradición caribeña, jolgorio, música y danza, se escuchaba por las estrechas calles de este icónico corregimiento de Mahates a una mujer decir: “Mi hijo quería tocar su saxofón pero el profe le dijo que mejor tocara el tambor porque al que le tocaba no pudo venir”.

Aquella señora de tez morena se dirigía hacia la plaza principal con un grupo de adolescentes que cargaban instrumentos musicales y unas chicas que llevaban puestos trajes de danza blancos, con pelucas estilo afro en sus cabezas acompañadas de unos turbantes plateados y brillantes. ¡Lucían muy lindas!

El grupo de chicos que desbordaba alegría y emoción, eran los niños y niñas de la Escuela de Música y Danza de Arroyohondo, que la Fundación Mamonal hace posible gracias a los aportes de Argos. La mamá de Luis Gabriel, uno de los jóvenes que hace parte de la banda más pequeña de la escuela, era la mujer que había expresado aquel comentario. Yomaira Ávila es su nombre.

Luis Gabriel Montero Ávila es un joven arroyohondero muy diestro para los instrumentos y las notas musicales, estudiante de séptimo grado de la IE Roberto Botero Morales. Sabe tocar el tambor alegre, el saxofón y los redoblantes.

Aquel día, su mamá pensó que el profesor Freddy, quién lidera la banda musical, le había negado la posibilidad de que su hijo tocará su instrumento preferido, el saxofón. Pero lo que esta mujer no sabía y se enteró después, era que el ‘profe’ tenía toda la confianza en Luis para poder hacer los cambios estratégicos de aquella tarde en donde la banda y el grupo de danza iba a participar de las muestras culturales y artísticas de este gran festival.

“De los chicos que tengo en el grupo, es uno de los pocos con los que puedo hacer ese tipo de cambios momentos previos a una presentación. Él tiene esa habilidad, toca varios instrumentos. Aquí hay muchos jóvenes que son buenísimos, pero Luis es versátil y muy comprometido con la música. ¡Aporta mucho a la coordinación de la banda! Por eso lo cambié, fue una jugada estratégica”, asegura el profesor.

Más allá de lo visible

Este joven de 19 años, tiene una condición visual especial. Su mamá dice que nació así, y “no sabemos que es lo que tiene en realidad, porque cuando estábamos haciendo las vueltas para los exámenes de biometría y operación, no tuve plata para los pasajes. Algunos médicos dicen que de pronto tenga cataratas o estrabismo, no se sabe. Peor él no es invidente, puede ver y hasta maneja moto”.

Y aunque no se tiene la certeza de lo que pasó con sus ojos, lo que es irrefutable es su virtuoso oído musical, su mejor herramienta. “Él coge las notas rápido, afina los instrumentos también y hasta canta”, dice el profesor Freddy.

La madre de Luis no dejaba de hablar de él con los demás padres de familia que estaban  acompañando a sus hijos en este día de presentación. “De mis hijos, él. No es grosero, desde niño le gustaba la música. Cogía 2 canecas, las volteaba y empezaba a sacar sonidos. Después un hermano mío, cuando Luis tenía como 8 años le regaló un tambor. Mi hermano era músico, yo creo que Luis heredó todo eso de él”, expresa doña Yomaira.

Otras de sus facetas es ser DJ. Los sábados y los domingos trabaja poniendo música en una KZ. Con este trabajo ha sido muy reconocido en el pueblo, por eso su mamá no duda en afirmar: “Hay gente que me ve y me dice, Yoma’ ese hijo tuyo qué es lo que tiene, cuando estoy a punto de irme, escucho la música que pone y no me puedo ir, toca quedarme. Es muy bueno como DJ”, relata orgullosa Yomaira.

Así como las historias de muchos grandes músicos, es inspiradora la de Luis. Él dice con certeza que lo único a lo que se quiere dedicar en la vida es a la música, y no es para menos, con las grandes destrezas que posee para ello.

¡Seguro será uno de los mejores en esta generación que está en pie!

 

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